Maquinaria en desuso que nos habla y nos dice que querría volver a funcionar. Fragmentos de fábricas cerradas, en quiebra, desperdigadas como disiecta membra a lo largo de la bota, que ponen en escena la caída del denominado milagro italiano. Imágenes de naves industriales, idénticas de Ragusa a Cremona, que, como en un viacrucis, documentan la normalización del paisaje urbano y rural de aquella aventura que acabó mal para nuestro país y nos dejó en herencia un medioambiente maltrecho.
Se respira el espíritu de la tragedia griega, como subrayan el artista Gian Maria Tosatti y el comisario Eugenio Viola, binomio inseparable en el Pabellón Italia de la Bienal de Arte de 2022 que se celebra en el vasto espacio de Tese delle Vergini, en el complejo del Arsenale, impulsado por la Direzione Generale Creatività Contemporanea del Ministerio de Cultura italiano, con el comisario Onofrio Cutaia, y apoyado por sus principales patrocinadores, Valentino y Sanlorenzo.
Por primera vez encargada a un solo artista, Tosatti, que desarrolla su relato materializando a los fantasmas que lo acompañan desde hace tiempo («siempre están conmigo», observa), fantasmas que, en buena parte, también son los nuestros, Historia de la Noche y Destino de los Cometas es el evocativo y metafórico título de esta narración que habla de un presente incierto y metapándemico, y que ilustra con realismo poético la parábola de la ascensión y caída de lo que antaño se definió con entusiasmo el milagro italiano. «Fui yo quien propuso el título, cuenta Tosatti, pero a Eugenio le parecía demasiado largo». «A mí suelen gustarme los títulos contundentes, de una sola palabra», puntualiza Viola. «Nos reunimos la víspera de la presentación del proyecto para decidir, prosigue Tosatti. A aquellas alturas, Eugenio me dijo: “El título es el que propusiste tú”». Porque en este caso, se necesitaba un título narrativo y evocativo para contar la ascensión y la caída del sueño industrial del Bel Paese. «La historia de una nación, observan Viola y Tosatti, que experimentó un extraordinario crecimiento económico, por desgracia indiferente a las necesidades del territorio. Un país rico de contradicciones, con diferencias y características territoriales muy complejas. Nos preguntamos, a la luz del escenario actual, de qué manera podíamos volver a reflexionar sobre el medioambiente y qué clase de debate público se podía plantear acerca del paisaje urbano y las ecologías sostenibles, y, por último, qué papel podía desempeñar el arte en la construcción de un mundo mejor después de la crisis».
Una trayectoria que Tosatti y Viola trazan juntos. «Gian Maria y yo somos compañeros de viaje, observa Eugenio Viola. Su dominio del espacio, que le viene de su pecado original, el teatro, se enlaza con la poética performativa y la tradición del medioambiente, muy cercanas a mi investigación como curador. Mi línea de investigación y su práctica artística tienen muchos puntos en común porque a ambos nos sostiene un sólido planteamiento teórico y los dos vemos nuestros proyectos como un continuum. Considero todos mis proyectos como una novela por imágenes en constante formación, y el que abriremos en breve es el capítulo más importante de nuestras carreras».
Es una única y gran instalación intermedial la construida por Tosatti con una sintaxis teatral, de esas que caracterizan su obra, que prevé un prólogo y dos actos, y conjuga en su trayectoria, en la que se invitará al visitante a participar, una pluralidad de lenguajes: de las referencias literarias a las artes visuales, del teatro y la música a la performance, con algunas deidades tutelares, como el último Pasolini, el de Petróleo. Pero, sobre todo, el del artículo publicado el 1 de febrero de 1975 en el Corriere della Sera, «El vacío de poder en Italia», en el que escribía provocadoramente: «Daría toda la Montedison […] por una luciérnaga».
La Historia de la Noche, primera parte de la instalación, es una descripción visual del auge y la caída del milagro italiano. La segunda parte, muy influenciada por el espíritu pasoliniano, es El Destino de los Cometas que, en una atmósfera melancólica, expone las consecuencias, aunque dejando el final abierto y teñido de esperanza. Además de Pasolini, las referencias literarias son, entre otras, La dismissione, de Ermanno Rea, relativa al desmantelamiento del establecimiento siderúrgico Ilva de Bagnoli, y, sin ir más lejos, a Andrea Zanzotto, que afirmaba en un aforisma: «En este progreso tramposo ǀ no sé si se me tragan ǀ o trago».
El primer acto, la Historia de la Noche, «recorre metafóricamente el auge y la caída del sueño industrial italiano y prepara para la visión final, El Destino de los Cometas, una visión palingenésica y catártica que, sin embargo, ofrece una mirada propositiva del presente», cuentan Viola y Tosatti. No se trata de juzgar el sistema industrial de la posguerra, y el veredicto final, aún si el contexto medioambiental y social es actualmente difícil, no es apocalíptico. «Tras despertar del sueño de desarrollo feliz en el que muchos creyeron sinceramente, hoy no nos gustamos al miramos al espejo, prosigue Gian Maria Tosatti, quizá nos veamos muy feos, pero es en la toma de conciencia del colapso medioambiental en el que nos hemos hundido donde podemos encontrar la motivación para cambiar. Por desgracia, también la guerra en Ucrania ha interrumpido, en el fondo, el intento en curso de modificar el modelo de desarrollo energético, de hacerlo más sostenible desde el punto de vista económico. Hemos vuelto al carbón y al petróleo. Por otra parte, las guerras y las catástrofes medioambientales siempre están relacionadas. El espíritu de la tragedia griega que impregna este trabajo nace de mi convicción de que su valor está exento de pesimismo, contrariamente a lo que se le atribuye. Precisamente de su visión, de la toma de conciencia del dramatismo de los acontecimientos, puede acabar naciendo la voluntad de cambiar, y eso tenemos que hacerlo nosotros. Porque la nota optimista que cierra el relato nace precisamente de la confianza en nuestra capacidad de renovación frente a una naturaleza antigua y severa pero justa, que nos obliga a enfrentarnos a nuestras responsabilidades: o cambiamos o nos hundimos». «Pero el optimismo sigue siendo necesario, no podemos prescindir de él», añade Viola.
El realizado por Tosatti en preparación de su trabajo para el Pabellón italiano ha sido, como él mismo lo define, un Grand Tour por los restos de la Italia industrial del posmilagro económico en vez de por los lugares del arte, como hacían los retoños de la aristocracia europea entre los siglos xviii y xix. «En la posguerra ha habido empresarios iluminados, interviene Viola, como Adriano Olivetti o Achille Maramotti, que han sabido conjugar el desarrollo industrial con el bienestar de sus empleados, el respeto por el medioambiente y el amor por la cultura para restituir algo a la sociedad». «O casos como el del ingeniero florentino Luigi Conti Vecchi, añade Tosatti, que a principios de los años veinte del siglo pasado supo además transformar y sanear la ciénaga palúdica que era el estanque de Cagliari en una espléndida salina. Una instalación industrial de vanguardia que daba trabajo a más de mil empleados y a cuyo alrededor surgió un barrio con una asociación recreativa y estructuras donde las familias de los dueños, de los directores y de los obreros vivían juntas, sus hijos iban a la misma guardería y en los comedores comunes se servían comidas gratuitas. Una realidad industrial que aún existe y que hoy en día se ha convertido en un oasis naturalista. Pero en mi viaje por Italia también me encontré con el jefe de una instalación de Bérgamo, que antaño fue un área industrial avanzada, que me dijo: “Aquí solo quedan dos plantas productivas, lo demás es logística”».
Y sobre todo eso, flota el espíritu de aquel Lucifero (Lucifer) que era la tercera etapa del proyecto Sette Stagioni dello Spirito (Siete Estaciones del Espíritu) que Tosatti, romano de nacimiento, llevó a cabo, en 2015, en Nápoles, su ciudad de adopción, también en aquella ocasión en binomio con Eugenio Viola. Un proyecto que hoy cita en varias ocasiones. Un Lucifero que nace de la búsqueda del artista a través de la religión, la historia, la lingüística y la filosofía, y que de alguna manera podría ser una figura benéfica, porque el encuentro con él puede dar un giro a nuestra existencia. Eligiendo, en este caso, el camino difícil de la sostenibilidad medioambiental en vez de ceder a la tentación de dejarlo todo como está y hundirse en la Italia perdida de la era posindustrial.
Tosatti cree profundamente en las raíces, las nuestras, de las que un artista debe necesariamente beber para expresarse. «No hay nada que me crispe más los nervios que la pretendida originalidad de una obra de arte, dice. Si un artista afirma que tiene ideas originales, probablemente no son buenas ideas. Todas las ideas tienen raíces, y nuestra tarea es mantenerlas limpias para que broten y crezcan. Las nuestras son profundas. Me refiero, por ejemplo, a la influencia que ha ejercido sobre mí un artista como Caravaggio, cuyos lienzos de la iglesia de Santa Maria del Popolo, en Roma, visitaba prácticamente cada día de niño, con mi madre. Un artista italiano no puede evitar que el extraordinario patrimonio artístico de nuestro país lo enriquezca y lo influencie. En Estados Unidos, donde he vivido durante años, es más difícil crecer como artista, porque lo que allí te rodea e una nación joven que no cuenta con una historia a las espaldas, no ofrece los mismos estímulos».
El Pabellón Italia también está concebido como un fórum continuo, presencial y digital, gracias a un calendario de encuentros divulgativos de carácter científico en los que, durante toda la Bienal, profesionales y expertos del sector ecológico y medioambiental y protagonistas del mundo de la cultura confrontarán sus puntos de vista sobre los temas tratados en la exposición. El programa de conferencias se trasladará de Venecia al resto del mundo gracias a la participación de una serie de instituciones internacionales que albergarán los debates acerca de los temas planteados en el Pabellón, auténticas embajadas de Historia de la Noche y Destino de los Cometas en el extranjero. Todos los argumentos tratados, las ideas que puedan servir de inspiración y las reflexiones que se desarrollen se recogerán en un sitio web que permanecerá a disposición de quienquiera que desee profundizar en la investigación de modelos de vida y desarrollo alternativos. Al mismo tiempo, se producirá un corpus de documentos audiovisuales de la obra y su realización hasta que sea presentada al público.
El catálogo del Pabellón, publicado por Treccani, representa un diálogo entre Gian Maria Tosatti y Eugenio Viola. A cargo de Viola, que también es autor del texto introductorio en el que se recorre la génesis de la obra de Tosatti contextualizándola en la trayectoria del artista, el libro incluye los textos institucionales y va acompañado de un homenaje a Mimmo Jodice, con recuperación de una serie de fotografías que denuncian la degradación industrial en el Sur a principios de los años setenta. Por último, el artículo de las luciérnagas de Pier Paolo Pasolini, que ha sido uno de los motores del trabajo de Tosatti para el Pabellón Italia de la Bienal Arte 2022.